¿Cuánto vale tu cerebro? Descúbrelo aquí

cuanto vale tu cerebro

¿Alguna vez te preguntaste cuánto vale tu cerebro? Y no, no me refiero a pesarlo y calcular en base al peso del mismo, sino más bien de una forma más profunda.

Hace un tiempo atrás la Lic. Claudia Castellano (Directora de LatinCoaching) quien me facilitó una nota titulada «Plan de Finanzas Personal y los Test Financieros» me volvió a enviar una interesante nota.

Así que hoy la comparto contigo, para tratar de responder a esa famosa pregunta.

¿Cuánto vale tu cerebro?

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Cerebro, cortesía de ShutterStock

Si eres una persona que podría llamarse “financieramente experimentada” es probable que conozcas y manejes información relativa a movimientos de los mercados en los que operas, cuente con experiencia en transacciones financieras, eres capaz de analizar y vincular datos, anticipar tendencias y tomar decisiones basadas en tus conclusiones y pronósticos.

Es también probable que estés en condiciones de brindar algunos consejos y sugerencias para tener éxito financiero, a partir de tus conocimientos y experiencias hasta la actualidad. Con certeza tendrás una idea del valor de sus activos.

¿Y qué valor le da a su capital más importante?

Me refiero a ¿Cuánto vale tu cerebro?

Independientemente del nivel de efectividad financiera con el cual te calificarías…

  • ¿Cuánto conoces acerca del funcionamiento de tu propio centro de decisiones, es decir: de su cerebro –y su sistema nervioso-?
  • ¿Qué influencia crees que tienen tus emociones a la hora de decidir comprar, vender o mantener papeles del mercado?
  • ¿Qué datos sensoriales evalúas al operar financieramente y que permitirían medir tu aversión al riesgo?

La biología que le da valor a tu cerebro

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Cerebro, cortesía de ShutterStock

Biológicamente, el cerebro (parte del encéfalo) es el centro supervisor del sistema nervioso: una red de tejidos altamente especializada, compuesta principalmente por neuronas (células que se encuentran conectadas entre sí de manera compleja) que tienen la propiedad de coordinar múltiples funciones en el organismo, formando una red estructural que es unas 100 veces más compleja que la red telefónica mundial.

El cerebro procesa la información sensorial, controla y coordina el movimiento y el comportamiento. Es responsable de la cognición, las emociones, la memoria y el aprendizaje.

La capacidad de procesamiento y almacenamiento de un cerebro humano estándar supera a las mejores computadoras de hoy en día.

Hasta no hace muchos años, se pensaba que el cerebro tenía zonas exclusivas de funcionamiento, hasta que por medio de imaginología se pudo determinar que cuando se realiza una función, el cerebro actúa de manera semejante a una orquesta sinfónica interactuando varias áreas entre sí.

Muchos científicos consideran que un cerebro con más conexiones neuronales, puede desarrollar mayor inteligencia que uno con mayor número de neuronas.

El neurocientífico Damasio, ha aportado numerosos datos sobre el estudio de qué áreas de nuestro cerebro están implicadas en nuestra conducta. Fue el primero en proponer que la emoción es la energía que nos hace comer, beber o tener sexualidad, algo que compartimos con los mamíferos, pero que los sentimientos son otra cosa, porque requieren la consciencia de la emoción, algo que no puede sentir un perro ni un chimpancé. Y eso se debe a la enorme corteza cerebral que tenemos.

Fue también Damasio el que concluyó que la primera información que llega al cerebro en cada decisión es emocional, inconsciente, y que sólo después se elabora y racionaliza, para decidir de la forma más adecuada.

Estas conclusiones chocan contra las creencias generalizadas de que en el mundo de las finanzas se debe tener “la mente fría” y actuar lejos de la influencia de las emociones.

Muchas personas se consideran “racionales”, “mentales”, y dicen no permitir que las emociones “interfieran” en sus decisiones –más aún en las que conciernen a sus negocios-. No obstante, como seres humanos que somos, nos es imposible no emocionarnos en algún grado.

¿Significa esto que el índice de inflación que leemos en el periódico de hoy, nos genera una respuesta emocional que influye en nuestro comportamiento financiero?

Las nuevas investigaciones indican que mucho antes de ser capaces de tomar una decisión “racional” o conciente acerca del presente y futuro de nuestras inversiones (para la cual utilizamos el área prefrontal de nuestra corteza cerebral), nuestro cerebro ha disparado una respuesta emocional instintiva pro-supervivencia, desde la amígdala –un conjunto de núcleos de neuronas cuyo papel principal es el procesamiento y almacenamiento de las reacciones emocionales-.

Desde la perspectiva conductual, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, impulsándonos hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y alejándonos de otras.

Por este motivo, mientras más entrenemos al cerebro para disminuir la influencia de las emociones intensas (miedo, codicia, rabia, pánico, melancolía, etc.), mayor ventaja podremos obtener como inversores.

¿Cuánto vale tu cerebro? Invierte más en él

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Cerebro, cortesía de ShutterStock

Si es entonces gracias a nuestro cerebro que somos capaces de nuestra supervivencia (incluida la financiera) ¿Vale la pena invertir en él?

Mi opinión es que sí.

Cuidar y prevenir nuestra salud cerebral parece ser entonces una buena decisión.

Consejos para cuidar la salud cerebral

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Cerebro, cortesía de ShutterStock

El gerontólogo Luis Presti recomienda cuidar la alimentación siguiendo dietas bajas en colesterol y comer de manera habitual bananas, naranjas, verduras, hortalizas, pan integral, hígado, frutas y aquellos nutrientes ricos en ácido fólico. Tengamos en cuenta que el consumo de energía del cerebro, con relación al resto del cuerpo es del 20%.

También es necesario controlar diabetes, hipertensión y realizar actividad física. El caminar unos tres kilómetros por día es tan bueno para el cuerpo como para el cerebro y la mente.
Es bueno que se aprenda algo nuevo cada día (órgano que no trabaja, se atrofia). “El trabajo nos ayuda a sentirnos útiles y relevantes. Si es estimulante, nos ayudará a mantener la agilidad mental”, afirma.

Se aconseja tener siempre a disposición una válvula de escape, algún pasatiempo o actividad que nos guste (arte, música, juegos, deportes, etc.), y compartir tiempo y experiencias con amistades o compañeros.

Aprender técnicas para evitar el estrés (sobre todo a largo plazo) tanto como el uso de sustancias tóxicas o farmacológicas para enfrentar estas situaciones.

Aprender técnicas de relajación, meditación y practicarlas con regularidad. Descansar adecuadamente y mantener un estado emocional positivo.

Además de cuidar nuestro cerebro, es más que interesante conocernos un poco más desde nuestra neurofisiología, para podernos incluir como un elemento más del sistema de datos, que evaluamos ante nuestras decisiones financieras.

El aprendizaje de nuevas cuestiones relativas a nuestras percepciones, creencias, emociones, respuestas conductuales, conversaciones, pensamientos, disposiciones corporales con relación al dinero, nos abre a nuevas posibilidades.

Más aún: si podemos dar el salto cuántico que implica dejar de ser “conducidos” neuroquímicamente por los vaivenes de nuestra fisiología, para pasar a ser quienes tomamos las riendas de nuestro comportamiento, habremos incrementado nuestro poder de decisión.

En definitiva, en la medida que somos capaces de aprender y mejorar, cambiando algunos hábitos que nos mantienen en estados no deseados por otros de mayor efectividad, algunas creencias limitantes por otras más expansivas o creativas, estamos creando nuevas redes neuronales que nos permiten actuar más efectivamente, y así, estamos modelando nuestro cerebro.

Finalmente, la pregunta de oro tras leer este artículo.

¿Cuánto vale tu cerebro? ¿Estás invirtiendo en este bien tan preciado?

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